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Matar por matar

El hombre es el único animal en la tierra que mata por matar. Visto así, son asesinos.  Fotos muestran a la mediática Victoria Vannucci y su marido, presunto estafador del Estado y deudor de sus empleados, Matías Garfunkel, cazando y matando animales en África

La conciencia moral de los guaraníes enseña que Tupá, Dios, al crear la tierra se dirigió al grupo más variado de animales y les manifestó que serían felices en su perenne irracionalidad y, a continuación, procedió a dotar a los bípedos eréctiles de inteligencia y razón con la siguiente sentencia: “vuestra felicidad dependerá exclusivamente de si saben usarlas”.

Se desprende que individuos que no saben usarlas y matan a animales indefensos por el placer de matar son inmorales asesinos.

Pero además, la ignorancia de los hombres ha hecho estragos en los sistemas ecológicos. En Nueva Zelanda, porción geográfica aislada si las hay, existía el moa, el pájaro más grande que jamás existió en el planeta y por su peso no podía levantar vuelo. Cuando llegaron los maoríes, 13 siglos después del nacimiento de Cristo, constituyó el moa su principal alimento. Centuria después se extinguirían  para siempre de la faz de la tierra.

No fue el único ejemplo, pues en otro lugar de Oceanía descubrieron una isla que la bautizaron Stephen. Lugar que habían sobrevividos unas aves del tamaño de un pollito. Tampoco volaba. Inmediatamente el gobierno neozelandés lo declaró “reserva natural” y procedió a levantar un faro en la pequeña ínsula, nombrando a un guardián para que cuide el lugar con la orden estricta de no permitir la visita de humano alguno, so pena de penalizarlos con severos castigos. El castigo fatal recibieron los pollitos que en par de años se habían extinguidos. ¿Qué pasó? Pasó que el cuidador encargado de cuidar la isla llevó consigo sus gatos y encontraron en los pequeños plumíferos un manjar exquisito, que fueron deglutidos hasta su extermino total.

Ahora Australia ha sacado una ley que eliminará el 10 por ciento del total de sus gatos. Es igual a la cantidad del número de habitantes: 20 millones de seres humanos. El argumento es que los gatos salvajes se alimentan de las aves existentes, situación crucial para estas especies menores que corren peligro de extinción; hasta publican números estadísticos que prueba la realidad. De paso aclarar, que un Estado sin estadísticas no puede efectivizar planificación alguna.

Por esta  inusual y dramática situación felina, salieron a protestar las sociedades de protección animal, cuyas primeras víctimas protegidas fueron los caballos y las mulas utilizados en el auge de la revolución industrial, destinados usualmente a todo trabajo del transporte de carga en general. Los maltratos que sufrían estos pobres équidos llamaron la comprensión de humanos sensibles que decidieron defenderlos. Luego, la protección se extendió a otras especies y en la actualidad son las mascotas de compañía las más cuidadas.

El problema de algunas sociedades protectoras radica en que no saben qué hacer cuando se sabe que miles de animales se utilizan en experimentaciones y aquellos destinados a la alimentación del hombre. Sobre esto último, la legislación vigente de bienestar animal indica que debe aplicarse el menor sufrimiento al animal que va a sacrificarse. Estableciendo que la faena debe ser los más humanitaria posible. Por otro lado, está el aspecto estrictamente ético y moral cuando se debe matar un animal por su propio bien con el fin de aliviar su dolor, o acortar el sufrimiento ante una enfermedad incurable, o intratable como la Leishmaniasis vista como zoonosis. Son las transmisibles al hombre en el cual éste corre peligro de enfermarse y hasta acabar  con su vida. En este caso se debe optar entre uno u otro ser: El hombre o el animal.

Sobre este aspecto Theodore Spencer decía “Por encima de los animales está  el hombre que, además de tener una alma vegetativa y sensible, la tiene también racional. Luego y por encima de él viven los ángeles. El hombre es el eslabón fundamental entre ambos. Está en el grado más alto de los animales y en el más bajo de los intelectuales.

Se refería a que su raciocinio le indicará como debe actuar (con conciencia y convicción a pesar de las consecuencias) Y más cuando debe optar entre dos opciones.

 

Dr. Rubén Emilio García 

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