Tareferos víctimas de la «tragedia de Salto Encantado» reclaman subsidio que no cobran desde hace un año

Este fin de semana las organizaciones sociales están cerrando el listado de tareferos y tareferas que recibirán las tarjetas alimentarias sociales en la provincia, después del logro histórico obtenido a través de la lucha de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), el Movimiento Evita, la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y el Frente de Organizaciones en Lucha, cuyos dirigentes acordaron con las autoridades del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, la tarea de confeccionar un listado para beneficiar con una tarjeta social de 2300 mensuales, destinada a la compra de alimentos, sólo para las y los cosechadores de la yerba mate, y que estarían recibiendo en diciembre, a partir de que se cotejen todos los datos enviados a la Nación..

Esto fue rubricado posteriormente al acuerdo con los movimientos sociales, en un convenio entre Nación y el el Ministerio de Desarrollo Social de la provincia, que deberá realizar un relevamiento nutricional y escolar de hijos e hijas de tareferos y tareferas.

El diputado Martín Sereno (Partido Agrario y Social), secretario político de la CTEP y el Movimiento Evita, junto a los y las militantes de su espacio, estuvo recorriendo las localidades en las que trabajan los y las tareferas, socializando la conquista de la tarjeta social alimentaria y explicando los requisitos para que todos y todas puedan acceder al beneficio.

Con este objetivo, hace unos días el legislador participó de una reunión en Villa Bonita, Municipio de Campo Ramón, y en la que se encontraban dos de los tareferos víctimas de la tragedia ocurrida en junio del 2013, cuando volcó un camiónsobre la Ruta Provincial 220, a unos 400 metros del acceso al Parque Salto Encantado,  y que transportaba a un grupo de 23 trabajadores que viajaban en la carrocería del vehículo, algo que está prohibido.

«Estos trabajadores que sufrieron esa tragedia, me plantearon su preocupación porque desde hace varios meses no reciben el subsidio que cobraban después del vuelco del camión en la ruta», expresó Sereno.

Ariel Fabián López, es una de las víctimas de la «tragedia de Salto Encantado» en 2013. En un principio recibía un subsidio desde la Asociación de Tareferos de la Zona Centro, pero ya hace un año que no están cobrando, y como consecuencia de su caída del camión tiene un brazo inutilizado.

«Nosotros, todos los accidentados, cobrábamos plata en mano (el subsidio no está bancarizado), una ayuda económica de 3300 pesos; pero ya hace un año nos dieron el último monto y después nunca más nada. Nos pagaba el dirigente Roque Pereira, en el sindicato de Oberá, y le firmábamos un recibo. Cuando preguntamos que pasa con el pago, siempre nos responde que ya va a salir y así nos tiene. Hace tres meses nos pagó un mes; pero después nada, y tampoco nos da muchas explicaciones. Tenemos familia, no podemos trabajar y necesitamos esa plata», sostiene López.

Otro de los tareferos que debería recibir ese subsidio es Antonio Aguilar, y reclama lo mismo que su compañero. Durante un tiempo percibió esa ayuda económica; pero hace un año que está cortada.

«Nosotros necesitamos esa plata porque hace ya casi un año que no cobramos, y es nuestra única ayuda. No podemos tarefear porque estamos quebrados, y queremos que nos paguen como antes. Es poco lo que cobramos; pero lo necesitamos, y no le están pagando a ninguno de los compañeros. Cada vez que hablamos con Roque (Pereira) nos dice que no sabe cuando le va a llegar la plata de afuera. Hace unos meses vino un monto y quedó así. Siempre nos pagó salteado, cuando él quiere; pero ahora ya pasó mucho tiempo. Nos habían dicho que ese subsidio era de por vida y ahora nos salen con este atraso», señala el tarefero.

Ambos destacan que reclaman porque busca defenderse de una injusticia. «No podemos trabajar al cien por ciento como antes del accidente», dice Aguilar.

En realidad no fue un accidente sino una tragedia, porque pudo haberse evitado si el camión hubiese transitaba en condiciones, y los trabajadores no viajaban arriba de la ponchada de hojas de yerba, como si fueran animales).

«Yo tengo las piernas quebradas, me operaron y me pusieron platinos y no puedo hacer fuerza según me recomiendan los médicos. Igual que Ariel, que tiene los huesos del brazo quebrado por dentro y no puede trabajar. Todos los compañeros que quedamos con secuelas necesitamos esa plata, porque no podemos trabajar”, dijo.

 

“A veces vamos a las cuadrillas a ofrecer nuestro trabajo; pero el patrón no dice que las empresas no quieren arriesgarse a que nos pase algo peor. Esa plata nos ayudaba mucho», afirmó Aguilar.

Deja una respuesta