Según explicó el capitán de navío, los esfuerzos están centralizados en la zona donde dos informes coinciden que hubo una anomalía «consistente con una explosión» y por donde el buque debería haber navegado rumbo a su destino, Mar del Plata.

«El área es grande, tiene el tamaño de dos provincias de Tucumán… Es hostil. El diámetro del área implica, además, distintas profundidades que varían en poco espacio. No queremos conjeturar nada porque todavía no sabemos dónde está el submarino», precisó Balbi.

El dato sobre la profundidad del lecho marino no es un dato menor. Es que de acuerdo a la tecnología con la que cuenta la marina de los Estados Unidos, el límite para hacer las tareas de rescate sería de 600 metros. Hay un antecedente histórico que alimenta la preocupación: en mayo del 68, un submarino americano con 99 tripulantes se hundió hasta los 3000, en un talud, y nunca fue rescatado.

La Armada precisó que continuará buscando hasta tener datos fehacientes del ARA San Juan. Evitó poner un límite temporal y contó, por ejemplo, que continúan las tareas en Comodoro Rivadavia para adaptar el remolcador Sophie Diem para el traslado de los «mini submarinos» que aportaron los EEUU.

 Y que en las próximas horas se sumarán máquinas rusas a las tareas. «Esto es fáctico; lo tenemos que encontrar», resaltó Balbi en varias oportunidades.

«¿La explosión pudo haber sido producto de un ataque externo?», le preguntaron al portavoz. Y contestó: «No hay ningún indicio de eso, pero nosotros no descartamos nada».

Balbi se enfocó en hablar del malestar de los familiares con los voceros de la Armada. «Si hubo errores con los familiares, no vamos a dudar en pedir disculpas», dijo. Negó que ayer le hayan dicho a las familias que no había sobrevida. «Hasta que no tengamos localización del submarino, no podemos dar ninguna precisión. No puedo informar algo que desconozco», dijo.