EL PAYÉ 

El payé es parte de una creencia ancestral y pagana que los padres jesuitas nunca lograron desterrar entre los guaraníes, ya que seguían practicando en forma clandestina.

En las tribus, el Chamán, “hombre que sabe”, actuaba como el curandero y brujo que podía obrar entre el bien y el mal, anticipar acontecimientos, interpretar a los dioses, comunicarse con el diablo e influir con el tiempo concediendo beneficios o males.

El aborigen guaraní sincretizó el payé como un amuleto con poder sobrenatural que da suerte y éxito a quienes lo poseen. Podía ser confeccionado con todo tipo de materiales: pedacitos de madera, pieles y huesos de animales, uñas o plumas de aves, como la del caburé que fueron los más apreciados. Con el tiempo, y tras la catequización, los indios cambiaron estos talismanes por el Santo Rosario que llevaban colgado del cuello.

En época moderna, el seleccionado nacional de fútbol desde hacía rato que no hacía un gol de jugada, muchos lo adjudicaron al trabajo o magia negra de algún hechicero. Por tal motivo se llevaron a Ecuador al Brujo Manuel para revertir las energías negativas. En ese partido jugado en la altura de Quito, este chamán moderno fue al estadio, recorrió la cancha y conjuró de tal manera el maleficio de nuestro seleccionado, que al final se impuso por 3 a 1. ¿Fue casualidad?

El brujo Manuel tiene su consultorio y no cobra las consultas, cerca de la ciudad de La Plata, decorado con imágenes de la Virgen Desatanudos, San Nicolás, Ceferino Namuncurá y San Jorge.

Al respecto, en el libro de Alfredo Poenitz: “Mestizo del Litoral”, que todo misionero debe leer, refería un acontecimiento agorero que ocurriera pocos años antes de la batalla genocida de Caibaté (10 de enero de 1756) que marcara el principio del fin de la Nación Jesuita y Guaraní. Hecho que se concretó nefastamente en 1767 con la expulsión de la Compañía. En él refería a que una vieja india, del pueblo de La Cruz, relataba un sueño que repetía constantemente. La muletilla giraba en torno a gravísimos momentos que ocurrirían en las Misiones, anunciando muerte, destrucción y despoblamiento en los 30 pueblos de misioneros, que al final ocurrió. Su sueño fue descrito en un papel y distribuido entre las comunidades provocando consternación entre los guaraníes. Este escrito revela el sincretismo religioso del pueblo guaraní, pues se trataba de una india devota, que confesaba, comulgaba y cumplía con los preceptos del catolicismo. Pero también creía en la religiosidad de sus ancestros en premoniciones y sueños que se harían realidad.

Ese papel premonitorio de la vieja india se encuentra bien resguardado en el Archivo General de Simancas, ubicado en un castillo de Valladolid, España.

En cuanto a nosotros pobres mortales ¿Puede darse crédito a los augures y sanación de los santones? Es como la fe: se cree o no, o se duda. Como sucedió con un político ateo del siglo pasado, en su lecho de muerte pidió un cura, por si acaso…

 

Dr. Rubén Emilio García

 

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